Tres años dramáticos de dura guerra civil
culminaron con la victoria del “bando nacional” que
instauró la dictadura de franco que se prolongó
durante 40 años. con la derrota en la guerra y la
consolidación del régimen franquista, la izquierda
inició la construcción del “mito de la república”.
Por: Román Cendoya
Periodista. Consultor político internacional.
La “república” en España no responde a ninguna de las acepciones con que la define el diccionario de la Real Academia Española (RAE). La República es un mito nostálgico al que se le atribuyen valores y virtudes rigurosamente falsos perfectamente construidos por la izquierda.
Las repúblicas de España han sido momentos que objetivamente han resultado ser un fracaso político y un desastre social. Sin embargo, la izquierda reivindica la república porque para ellos representa la ilusión de tener un poder político absoluto, sin restricciones, para implantar su ideología en la que presuntos derechos colectivos se anteponen a las libertades individuales anulando la oposición y al disidente.
La última República de España culminó con el alzamiento nacional, la Guerra Civil y los 40 años del régimen franquista, conocidos como “la dictadura”. La república fue un periodo degenerativo en el que la izquierda más radical instauró un clima pre-revolucionario, atentó de forma violenta contra instituciones como la Iglesia —quemando y saqueando templos— asesinando curas, monjas, profesionales o rivales políticos como Calvo Sotelo.
La implosión de la II República se produjo con el asesinato de Calvo Sotelo. En la madrugada del lunes 13 de julio de 1936, un grupo de guardias de asalto y miembros de las milicias socialistas, encabezado por un capitán de la Guardia Civil, de paisano, detuvo a Calvo Sotelo con el pretexto de conducirlo a la Dirección General de Seguridad. En el trayecto, el socialista Luis Cuenca Estevas le descerrajó dos tiros en la nuca. La noticia del asesinato de Calvo Sotelo causó una enorme conmoción, no solo por el hecho en sí —era el líder más destacado de la oposición—, sino también porque los autores del magnicidio eran miembros de las fuerzas de seguridad acompañados por militantes socialistas —uno de ellos, escolta de Indalecio Prieto— y como jefe del grupo figuraba el capitán de la Guardia Civil Condés, vinculado al PSOE. Lo que aceleró los acontecimientos siguientes fue la nula respuesta del presidente de la República, Manuel Azaña, y del gobierno del Frente Popular presidido por Santiago Casares Quiroga.
El asesinato de Calvo Sotelo y sus circunstancias determinaron que muchos militares, que todavía dudaban o permanecían indiferentes, se sumaran al golpe de Estado del 17 y 18 de julio que desencadenó la guerra civil española. Es muy importante destacar que el general más joven y laureado del ejército republicano español era Francisco Franco Bahamonde. Ese reputado militar, junto al General Mola y otros compañeros de armas, decidieron poner fin al caos político y social de España que era la II República.
Tres años dramáticos de dura guerra civil culminaron con la victoria del “bando nacional” que instauró la dictadura de Franco que se prolongó durante 40 años. Con la derrota en la guerra y la consolidación del régimen franquista, la izquierda inició la construcción del “mito de la república”, que convierte aquel negro periodo en un tiempo político lleno de virtudes, parabienes políticos y sociales que debería ser reinstaurado en España.
Las repúblicas de España han sido momentos que objetivamente han resultado ser un fracaso político y un desastre social. Sin embargo, la izquierda reivindica la república porque para ellos representa la ilusión de tener un poder político absoluto”.
Es muy preocupante, por lo que supone para el ordenamiento político y jurídico español, que la izquierda esté instalada en el mito reivindicativo de la república. Aspiran a sustituir la monarquía parlamentaria por una república federal. Algo que entra en conflicto con sus tradicionales socios de izquierda como los “nazionalismos” identitarios e independentistas: catalanes y vascos.
La “república” de la izquierda española no contemplaría la democrática separación de poderes, sino la ocupación y sometimiento de los poderes. La “república” de la izquierda española no confronta con otras ideologías, sino que enfrenta y si fuera necesario anularía al discrepante. Recordemos que la “república” de la que ellos hablan se sostuvo con fraudes electorales, manipulación, eliminación, persecución y exterminio.
Una vez transcurridos 40 años de democracia, empieza a evidenciarse que la izquierda no fue agente activo de la transición. Fue un agente pasivo. A pesar de que se consideran “padres” de la misma no hicieron la transición política. La transición, representada por la Constitución de 1978, suponía el reencuentro de las dos Españas, la legalización de los partidos e ideologías, la amnistía general y la convivencia democrática para construir un futuro. Puede considerarse que la Monarquía Parlamentaria española es una estructura de Estado que responde a lo que sería una moderna “república democrática”, con la excepción de la elección del Jefe del Estado.
La transición española fue el movimiento de la derecha hacia el “republicanismo político”, pasando de la dictadura a la plena democracia. La izquierda fue un agente pasivo — que acompañó la transformación de la derecha— sin asumir la reconciliación y salto hacia la unidad y el futuro que le correspondía por su papel en la República. La izquierda fue un agente pasivo porque sabía que el final de la transición era la conquista de ese poder que perdieron en la segunda República.
Así, en 1982, el PSOE, con Felipe González, conquistó el gobierno de España, restituyendo mitos, nombres y personas de la República a los que les crearon el oportuno relato muy diferente a su verdadero comportamiento. Implementaron leyes de la izquierda y comenzaron la destrucción de la estructura democrática moderna hacia la ocupación del poder. Un ejemplo, el PSOE en el año 1985 aprovechó su mayoría parlamentaria para reformar la Ley del Poder Judicial. Eliminaron la independencia del poder judicial sintetizada en la frase del vicepresidente Alfonso Guerra: “Montesquieu ha muerto”.
La prueba de que la izquierda nunca hizo la transición comenzó en 1993. El PSOE sintió que podía perder el gobierno de España y para dinamizar el voto hizo su campaña electoral utilizando la imagen de un dóberman rabioso que representaba a la derecha que quería “una España en negativo que mira hacia atrás y se oponen al progreso”. Desde ese momento, la izquierda de forma constante califica a la derecha de “franquista”, “fascista” o “guerra civilista”. Además, impugnan y destruyen el presunto espíritu de la transición mediante leyes como la “Memoria histórica” o la “Memoria Democrática” que reescriben la historia y vuelven a agitar el enfrentamiento y la división.
Lamentablemente hoy, la república de la izquierda española ni es democrática, ni tiene nada que ver con lo que representa el concepto político de la república.
República
Del lat. respublĭca.
- f. Organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado.
- f. Estado cuya forma de gobierno es una república.
- f. Por oposición a los gobiernos injustos, como el despotismo o la tiranía, forma de gobierno regida por el interés común, la justicia y la igualdad.
- f. Cosa pública o interés público de una colectividad.